De cara a la segunda mitad de 2018, cabe preguntarse cuáles serán los sectores que experimentarán una mejor evolución y/o se verán beneficiados a raíz de la mayor competitividad cambiaria y cuáles serán los que sufrirán un golpe más duro a raíz de la evolución desfavorable del contexto local, con recesión económica, inestabilidad cambiaria, aceleración inflacionaria, caída del poder adquisitivo, reducción del salario en dólares y empleo debilitado.
Sin dudas, el turismo y la hotelería se verán favorecidos, tanto por un mayor afluente de turistas extranjeros como por los argentinos que en la próxima temporada deberán optar por vacacionar en el país (esperamos que esta dinámica cobre mayor vigor en 2019, teniendo en cuenta que los viajes se suelen planear y pactar con anticipación).
La devaluación beneficiará también, aunque solo en parte, a la industria automotriz: las exportaciones, que representan en torno al 50% de la producción nacional, se verán impulsadas, mientras que las perspectivas para el sector automotor en nuestro país son conservadoras debido a un consumo interno debilitado.
Adicionalmente, la extracción de petróleo y gas se ubicará también en una posición de ventaja frente a la tendencia alcista en los mercados internacionales y los atractivos propios de la extracción no convencional en Vaca Muerta, dinamizadores de las inversiones en el sector frente a las expectativas de mayores colocaciones en el exterior y disminución de costos en dólares.
Otro sector beneficiado será la ganadería, aunque en este caso cobran gran relevancia los recientes acuerdos comerciales para ampliar y diversificar los destinos de las exportaciones del sector (China, Japón y Singapur), permitiendo incrementar los volúmenes.
En contraposición, los sectores que se verán más perjudicados serán aquellos que se orientan principalmente al consumo interno y/o tienen un importante componente de costos dolarizados. Entre ellos cabe destacar la construcción (afectada por el encarecimiento de los créditos y la mayor incertidumbre) que arrastra consigo a las industria de acero, cemento y transporte; el comercio y la industria textil (que se verán afectados por la caída del salario real), la industria farmacéutica (con bajo nivel exportador y un alto componente de insumos importados) y la maquinaria agrícola y servicios relacionados con el agro (ya que aún se sentirán algunos resabios de los efectos de la sequía).