Sectorial

Actividad y COVID-19: un testeo por sector

La irrupción de la pandemia en la escena mundial encontró a la economía argentina como un paciente de riesgo. Nuestro país acumula dos años consecutivos de recesión, inflación elevada, pérdida de ingresos reales e inestabilidad en el mercado cambiario y financiero, ubicándonos en una posición de mayor fragilidad en relación con los demás países. Sin ir más lejos, actualmente nos encontramos en plena renegociación de la deuda pública, sin financiamiento genuino para cubrir las mayores necesidades fiscales y un nivel de actividad deprimido.

El decreto de la cuarentena obligatoria a mediados de marzo originó un shock de oferta, dado que imposibilitó a las firmas mantener sus actividades y a los trabajadores desplazarse a sus puestos de trabajo. Luego, indujo a un shock de demanda cuyos efectos persistirán más allá del confinamiento, dada la retracción en los ingresos, el mayor ahorro precautorio y una menor confianza del consumidor.

En efecto, los primeros indicadores económicos correspondientes a abril, mes donde las restricciones a la circulación tuvieron plena vigencia, confirman la gravedad de la situación actual. Las ventas minoristas cayeron 57,6% i.a., mientras que la venta de insumos para la construcción retrocedió 74,3% i.a. Otros indicadores, tales como patentamientos (-88% i.a.) y producción de vehículos (no se fabricaron unidades), despachos de cemento (-55% i.a.), recaudación de IVA interno (-34% i.a. en términos reales), producción de acero (-74,5% i.a.) y demanda energética de grandes industrias (-46% i.a.) son igualmente elocuentes.

Contemplando que determinadas actividades comenzaron a retomar gradualmente sus operaciones y que el levantamiento de las restricciones resulta dispar, el impacto negativo sobre las distintas ramas de actividad en 2020 será profundo pero también heterogéneo. Veamos.

Sectores más afectados

Las actividades vinculadas al turismo, entretenimiento y esparcimiento, emergen como las más afectadas, y probablemente no puedan volver a operar normalmente en lo que resta del año. Ya en marzo, la actividad en restaurantes de CABA se redujo 40% i.a., mientras los hoteles redujeron casi a cero su ocupación. En este sentido, la regularización de estas actividades demandará más tiempo que el resto, dado que involucran aglomeración de personas, sumado a que probablemente exista parte de la población que, producto de los temores generados por la pandemia, no regrese inmediatamente a consumir estos servicios. Por este motivo, creemos que el rubro Hoteles y restaurantes será de lo más perjudicado en 2020, exhibiendo una contracción algo superior al 25% en el año.

Por otra parte, si bien desde el comienzo de la cuarentena los comercios esenciales operaron con normalidad y se va reiniciando la actividad mercantil en algunas provincias, estimamos que el comercio –que viene de caer 10% en los últimos dos años- sufrirá una importante contracción. Esto responde a los plazos necesarios para que la totalidad del sector vuelva a operar con normalidad y al desplome del gasto de las familias que, ante el fuerte deterioro de sus ingresos y la inestabilidad del mercado laboral, pospondrán consumos no esenciales hasta que se avizore una mayor estabilidad (algo que demandará plazos mayores al 2020). De esta forma, creemos que Comercio minorista y mayorista promediará una contracción en torno al 15% este año, lo cual es alarmante ya que explica 13% del PBI y casi un quinto del empleo privado registrado.

 Las perspectivas para construcción tampoco son alentadoras. La pandemia empeoró la situación de un sector que ya acumulaba 18 meses en rojo, producto de los sucesivos saltos cambiarios que deterioraron el poder adquisitivo de los salarios frente al real state, a lo que se suma nuestra histórica falta de opciones financieras para los desarrolladores. Si bien el cepo podría haber impulsado al sector por la escasez de alternativas de inversión, por ahora reina la incertidumbre.

Si bien en algunas provincias con baja circulación del Covid-19 ya están comenzando a retomar las actividades y los corralones de venta de insumos y materiales permanecen abiertos, la normalización del sector será paulatina y con aplicación de estrictos protocolos. En este sentido, la recuperación de la obra privada -que explica 70% de la actividad- será lenta y con posibles postergaciones de nuevas obras. Por su parte, pese a que la obra pública podría tomar cierto dinamismo -el Poder Ejecutivo lanzó un plan de expansión de gastos de capital por casi 1,1% del PBI-, el escaso margen fiscal puede frenar parte de los desembolsos anunciados. De esta forma, la construcción será el sector de bienes más golpeado en 2020, cayendo en torno al 20%.

En lo que respecta a la producción de petróleo y gas, el derrumbe de la demanda local por la cuarentena, la cancelación de los vuelos y la caída del precio internacional no solo paralizaron las inversiones sino que causaron el cierre de gran cantidad de pozos en los yacimientos y de refinerías.  Para los meses de abril y mayo, estimamos una reducción de la producción de petróleo del 60% y de gas del 20%.

A medida que la cuarentena se vaya relajando y avanzando en las etapas, prevemos una recuperación gradual de la producción pero sin llegar a los volumen de principio de año en lo que resta del 2020. La fijación de un precio local de 45 dólares por barril (barril criollo) que estaría por salir, superior al internacional que está actualmente alrededor de 30 dólares, podría ayudar a recuperar parte de inversión en Vaca Muerta si la demanda llegara a recuperarse. De esta forma, la caída del sector de Explotación de minas y canteras sería en torno al 15% en 2020.

 La industria con impacto heterogéneo

La actividad manufacturera promediará su tercer año consecutivo de caída (retrocedió 14% en 2018-19). Si bien el sector se contrajo en marzo 16,9% i.a., algunas ramas fabriles apenas cayeron por ser consideradas esenciales y se espera una recuperación más rápida de las localizadas fuera del AMBA. El mayor deterioro esperado lo vemos en la producción de durables y bienes de capital: automotriz, autopartes, metalurgia y siderurgia, textil y calzado, electrodomésticos y electrónica, maquinaria y equipo y muebles, así como la producción de insumos de la construcción (cemento, asfaltos, pinturas). En cambio, el impacto será acotado en la industria de alimentos y bebidas, químicos, farmacéutica e instrumental médico.

Sectores menos afectados

 El sector agropecuario cerrará con una mínima caída el año. Gracias a una buena campaña, se proyecta una producción 2019/20 apenas por debajo de los niveles máximos, pero con menores precios internacionales. De todas formas, las complicaciones podrían aparecer principalmente por dificultades en el transporte y la logística. Sin embargo, por ahora no se materializaron dichos inconvenientes, a la par que la demanda asiática no se resiento significativamente.

Finalmente, los sectores de servicios que exhibirían un menor impacto negativo corresponden a los considerados esenciales: Comunicaciones, Electricidad, gas y agua y Administración pública y defensa y Enseñanza, ya que, pese a las restricciones, la mayor parte pudo mantener normal funcionamiento (o pudieron operar a distancia).



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